16 de mayo de 2016

Los coches de gasolina dan un acelerón: ¿por qué se disparan sus ventas?

Aumentan las ventas de coches de gasolina
Los vehículos de gasolina aceleran con fuerza. Relegados a un segundo plano desde hace casi dos décadas por la pujanza de los diésel -que se han visto favorecidos por las normas europeas contra el dióxido de carbono (CO2)-, la tendencia ha cambiado: sus ventas no sólo recuperan terreno con fuerza, sino que crecen a mayor ritmo de las de automóviles de gasóil. El pasado año ya representaron el 35% del total -seis puntos más que en 2012- y rozaron el 40% en los cuatro primeros meses del presente ejercicio. ¿Las razones? Una combinación de varias: los notables avances tecnológicos en los motores de este tipo, que ofrecen mejores prestaciones y han reducido drásticamente su consumo; el brusco descenso en la brecha entre el precio del gasóleo y la gasolina, que elimina en buena medida las razones económicas que empujaban hacia la primera opción; los nuevos gustos de los conductores...

En un sector que ha recobrado el vuelo al calor de la recuperación económica, después de tocar fondo en 2012, las matriculaciones de coches de gasolina se han disparado casi un 80% en ese periodo, el doble que el conjunto del mercado. Aquel año, el más negro en la historia reciente de esta industria, apenas 202.000 turismos nuevos salieron a las carreteras españolas con ese combustible. En el último ejercicio se superaron los 360.000. Entre ambos, las ventas aumentaron en más de 330.000 unidades. Los vehículos de gasolina absorbieron más de la mitad de ese ascenso.

Los automovilistas están volviendo, aunque poco a poco, a sus orígenes. En la década de los 80, casi nueve de cada diez turismos que salían de los concesionarios eran de gasolina. El gasoil avanzó con fuerza en la década siguiente -en 1999 ya abarcaba la mitad de las ventas- y aún más con el nuevo siglo. «Hubo una apuesta apuesta a nivel europeo por los diésel», explica a Luis Murguia, asesor de movilidad y seguridad vial del Real Automóvil Club Vasco-Navarro. «Sobre todo, de los franceses: Peugeot, Renault y demás compañías. Se lanzó el mensaje que eran coches mucho menos contaminantes». Y más baratos a la larga para quienes recurrían al volante con asiduidad. Los vehículos con motores de gasóleo tocaban techo en 2007, cuando coparon el 71% de las matriculaciones. Su descenso empezó a ser apreciable en 2013 y desde entonces se ha agudizado. El pasado año cerraron con una cuota del 62,9%, frente al 35,1% de los vehículos de gasolina. Los híbridos y eléctricos apenas representan un 2%.

Esa tendencia se ha acelerado el presente ejercicio. Los diésel aún conservan la mayor parte de la tarta, pero entre enero y abril han tenido que conformarse con el 57,8% de las matriculaciones, mientras los de gasolina ya acaparan el 39,7% y el 2,5% de los híbridos y eléctricos, que se abren camino poco a poco.

El factor económico

¿A qué obedece este fenómeno? Los motores a gasóil ha sido, durante años, mucho más económicos que los de gasolina: no sólo consumían una cantidad muy inferior de combustible, sino que el precio de este era notablemente más económico, recuerda Murguia. Además, «evolucionaron muchísimo en cuanto a potencia, reducción de ruido...». El factor ahorro como ventaja competitiva se ha visto reducido de forma notable, ya que las paulatinas mejoras introducidas por los fabricantes en las prestaciones de los coches de gasolina han recortado de forma sustancial los litros de carburante que gastan, cuyo coste -además- casi se ha igualado al del diésel en los últimos ejercicios.

Por otro lado, el lado 'ecológico' de los automóviles de gasóleo se ha difuminado en buena medida. El nivel de contaminación que generan ha hecho saltar algunas alarmas. «Hace un par, en un valle de Francia cercano a los Alpes, que soporta un gran tráfico de camiones, se percataron del elevado nivel de polución en la zona», apunta el asesor del Real Automóvil Club. «Y era por los diésel que circulaban por allí. Los estudios permitieron comprobar que, pese a los filtros de partículas que llevan, son igual de contaminantes que los vehículos de gasolina, y Europa comenzó a cambiar su discurso». En algún momento se llegó a especular, incluso, con la posibilidad de prohibir la entrada de coches con motor de gasóleo en ciudades como París. «Lo curioso es que lo dijera Francia, cuando fue uno de los mayores impulsores de este tipo de vehículos», señala el experto.

A todo ello hay que unir el hecho de que los coches de gasóleo son unos 2.000 euros de media más caros que los de gasolina, una cantidad que la mayoría de los conductores no llega a rentabilizar con el ahorro de combustible con los kilómetros de realiza al año.Eso, sin contar que sus gastos de mantenimiento son más elevados.

«Muchos ciudadanos compraban un diésel porque le salía más barato el kilómetro. Lo que medimos a la hora de adquirir un automóvil es nuestro bolsillo», señala Murguia. «La polución nos preocupa, pero el que contamina es el coche del otro, no el mío», ironiza. «Por eso, si nos fijamos en las cifras de ventas, Volkswagen ya ha vuelto a ser líder» pese al escándalo de sus motores de gasóleo trucados. «La gente lo que busca es un coche que le lleve, le traiga, sea fiable, tenga un consumo razonable y que, si se le avería, se lo arreglen fácil», resume.

María de Marco, responsable de comunicación de la patronal de fabricantes Anfac, explica que «la confianza del consumidor hacia la marca alemana se ha visto algo afectada, pero las matriculaciones apenas han bajado. Las personas somos muy de manías: si no gusta una marca o un modelo, nos gusta. Pensábamos que sus ventas iban a caer de forma notable, pero sorprendentemente no ha sido así», explica.

¿Los híbridos y eléctricos son el futuro? De Marco lo tiene claro: «Las tendencias indican que el vehículo de combustión normal (gasolina-diesel) va a pasar un segundo plano con el paso de los años. Irá poco a poco, pero por ahí irá el futuro». Desde la asociación son conscientes de que este tipo de turismos aún a no termina de despegar porque queda mucho por hacer. «Las infraestructuras en las ciudades son muy escasas. Hay pocos postes de carga y muchos no funcionan. Si no hay mercado, no ponemos infraestructura. Si no hay infraestructura, no hay mercado», señala la representante empresarial. «Esa situación hace que, hoy por hoy, quienes se plantean adquirir un coche nuevo se lo piensen dos veces antes de decantarse por esta opción».

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